¿Marcelo Ebrard se irá a Movimiento Ciudadano? Es la pregunta que no dejaron de hacer reporteras ni reporteros en los últimos meses. Cada día que pasa, nos acerca a una respuesta afirmativa.
El pasado miércoles, las fórmulas no se repitieron del todo. Sí, el oficialismo no se cansó en insistir-afirmar que era Claudia. Y sin embargo, la duda. Una duda nutrida por la propia historia de México: ningún “favorito” termina como candidato.
Sheinbaum pudo asegurar el respaldo de los gobernadores y a no pocos funcionarios y funcionarias de mediano y alto calibre. Algunos, hasta dejaron sus puestos para operarle libremente en sus territorios. Está el caso Julio Huerta en Puebla, primo del exgobernador Miguel Barbosa.
También, el de José Ramón Amieva, a quien el Tribunal Electoral de Hidalgo le anuló su licencia como edil de Mixquiahuala, cuando ya hasta tenía su camarote con todo y champagne en el barco de operación de Sheinbaum.
Durante décadas, el PRI dio cátedra de cómo torear a los favoritos. Tenemos el caso de Luis Donaldo Colosio en 1994, tras cuya muerte quedaría Manuel Camacho, para que al final Ernesto Cedillo, cercano a Colosio, fuera el elegido.
El PAN tampoco es ajeno a esta danza. Vicente Fox tenía como candidato al creciente Santiago Creel, quien quedó en el banquillo por primera vez contra un Felipe Calderón que supo hacer contrapeso en el partido.
Gente de Marcelo Ebrard, con las maletas junto a la puerta para ir a Movimiento Ciudadano
Los marcelistas clamaron con el puño en el aire que no sería Claudia. Acercándose la definición, sacaron las cuencas de un viejo rosario y se dijeron: “el favorito nunca es el favorito”.
Y en efecto, el favorito no lo es, porque en la historia política de México toda contienda tiene a más de un aspirante en un mismo partido para camuflar el llamado “dedazo”. Lo de Sheinbaum, más bien, es un “dedazo” que cínicamente fue anunciado desde un inicio, pese a los rechazos de López Obrador.
Tras anunciarse el resultado, los marcelistas de distintos estados no supieron qué hacer, según fuentes consultadas.
La incertidumbre, la desesperación y el enfado…
Unos enardecieron contra la autoridad del oficialismo que siempre respaldó a la exjefa de gobierno. Otros, fingieron angustia cuando, por dentro, veían cómodamente la debacle con una cerveza y palomitas, resignados a un resultado que anticipaban mucho antes del cierre de las encuestas.
En los primeros niveles de la estructura de Marcelo Ebrard, hubo quienes afirmaron que “el jefe” se irá de Morena. Así, tajantemente. Y que, con él, marcharía la legión que le operó durante meses y años.
Una de sus más cercanas, la senadora Malú Mícher, dijo afuera del World Trace Center que no se irán del partido que fundaron. “Somos orgullosamente morenos”.
Gerardo Fernández Noroña fue más ácido sobre la partida de Marcelo Ebrard hacia Movimiento Ciudadano:
Les dije desde hace varias semanas que Marcelo iba a romper. No se lo mandé decir. Dije: ‘las declaraciones perfilan su salida hacia Movimiento Desahuciado”.
Marcelo Ebrard tiene la última palabra. También, tiene una certeza: en las cinco encuestas quedó como segundo lugar. Estuvo en un rango de 11.6 y 14.7 puntos de diferencia con Sheinbaum.
Si sale de la 4T, habría morenistas que no lo seguirían a lo que luce como un despeñadero. Sin embargo, podría recuperar esos números con los de “Movimiento Desahuciado”.
Diría mi abuela: “que sea lo que Dios quiera”.
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