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Illian sostiene con fuerza la puerta del baño que amenaza con desprenderse, ante los iracundos vientos nocturnos que golpean en todas direcciones, de izquierda a derecha, de adelante hacia atrás, sin poder imaginar que sería una sobreviviente del paso del huracán Otis en Acapulco, pues esta estudiante de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) solo tiene una cosa en mente: su posible muerte. 

A sus 21 años, asiste con entusiasmo a la XXXV Convención Internacional de Minería en México 2023, en Acapulco. Su nombre completo, Illian Gabriela Baños Noriega, debía quedar registrado en los anales de la competencia; quedar como una de las estudiantes de Ingeniería en Minero Metalurgia, provenientes de Mineral de la Reforma: la famosa región de Hidalgo que tiene una de las mayores tradiciones mineras del país. 

Ocho son las medallas que logran ganar en los tazones de Minería y Metalurgia, quedando en tercer lugar nacional. Ocho medallas que estuvieron en las mismas habitaciones del Hotel Copacabana, aquel día en el que un huracán de Categoría Cinco, denominado Otis, golpeó brutalmente a la costa acapulqueña, dejando un saldo de 47 personas muertas y 59 desaparecidas, según la Coordinación Nacional de Protección Civil, hasta el 4 de noviembre. 

Es 24 de octubre, martes. Illian cree que lo más importante del día es su triunfo y el de sus compañeros, quienes rondan los 21 años, como ella, y no ser una sobreviviente del huracán Otis en Acapulco.

Tras ganar las medallas, Illian y sus compañeros salen de la Convención de Minería, celebrada en el hotel Mundo Imperial, y son trasladados al Hotel Copacabana, a donde llegan poco después de las 22:30 horas. 

La historia de una sobreviviente de la UAEH en el huracán Otis de Acapulco.
Alumnos de la UAEH que ganaron el tazón de minería y metalurgia. Creditos: Illian Baños.

El viento que rodea al Hotel Copacabana 

Una incipiente lluvia y los crecientes vientos comenzaron a preocupar a las y los alumnos de la UAEH. El personal de Copacabana les asegura que el desastre que está a punto de llegar solo es una lluvia tropical, como otras tantas.  

Todos nos fuimos con ese pensamiento a nuestros cuartos”, asegura Illian. 

Para entonces, el gobierno federal no había informado sobre la verdadera magnitud de Otis, que en pocas horas se convirtió en un huracán de Categoría 5, con vientos máximos de 260 k/h y rachas de hasta 315 k/h.   

El viento, crece, crece y crece… 

A Illian le toca compartir habitación con otras dos chicas en el doceavo piso. Ellas salen al lobby para convivir con los demás compañeros, mientras que ella prefiere quedarse a dormir.  

Sobreviviente del Hotel Copacabana al huracán Otis en Acapulco.
Illian Baños, alumna de la UAEH que ganó el tazón de minería y metalurgia. Creditos: Illian Baños.

Las dudas sobre la “lluvia tropical” ponen en alerta más de uno. Cerca de las 23:00, Alejandro Merino, líder del grupo de metalurgia de la UAEH, envía por WhatsApp a todos sus compañeros información encontrada en internet contraria a lo asegurado por el personal del hotel: que un huracán de Categoría 5, llamado Otis, golpearía la costa. 

Saben prevenir. Alejandro Merino pide a cada uno hacer una maleta de emergencia. Para entonces, desde su cuarto, Illian nota que la creciente fuerza del viento comienza a cimbrar los ventanales de la habitación. Se apresura a cargar su celular por cualquier contingencia, y a preparar la maleta.  

Ya es de madrugada y, en WhatsApp, los compañeros de la UAEH se aconsejan alejarse de los ventanales. Es riesgoso permanecer cerca, pues cada cuarto del Hotel Copacabana tiene un ventanal grande, que da hacia un balcón.  

Tres horas de resistencia 

Illian y el resto de sus compañeros se encierran en los baños de sus habitaciones, pero ella no quiere estar sola. Es una situación que nunca ha experimentado, tanto ella como miles de las personas que están en Acapulco en aquella madrugada de miércoles, ya sea por un simple viaje turístico, por negocios o por un encuentro como la Convención de Minería. 

Lo que más me afectó es que estaba sola (en el baño). Y pues, hablando con mis compañeros, me di cuenta que fui la única que lo vivió sola. Y creo que era la única que estaba en el piso más alto, de la UAEH”. 

Esa misma necesidad de estar acompañada la orilla a tomar su mochila de emergencia y salir al pasillo para ir a los cuartos de sus compañeros en el piso inferior. Algo la detiene. Una violenta ráfaga le da de lleno al abrir la puerta de su habitación, misma que reventó las ventanas de los pasillos de varios pisos. Como puede, regresa al baño. 

“El aire me empujó hacia atrás. Ahí me di cuenta del poder de la naturaleza. Me empezó a dar bastante miedo”. 

Pasillo del Hotel Copacabana, en Acapulco. Creditos: Illian Baños.

En situaciones límite, las pequeñeces que podríamos pasar por alto en un día cualquiera, adquieren una relevancia de la que depende la vida misma. De regreso al baño, Illian nota que la pila de su celular está por agotarse, pues los pocos minutos de carga antes de la furia del viento fueron insuficientes. 

Recuerda las palabras de su compañero: tener el teléfono cargado para comunicarse, aunque para entonces ya no había señal de ningún tipo. Temerosa, sale del baño para intentar cargar un poco su celular en el cuarto. Para entonces, las ráfagas ya rompieron los ventanales de la habitación.  

Como si se tratase de una enorme boca hambrienta, la corriente de aire jala a Illian hacia el balcón. Como puede, la joven estudiante alcanza a regresar al baño, sin poder conectar su celular.  

La entrada de este viento a la habitación, provoca una nueva dificultad. Ya sin ventanas, el aire comienza a golpear contra la puerta del baño. Las corrientes parecen empujar, luego jalar, como si fuera una sola persona. La puerta comienza a debilitarse ante estas corrientes que cambian caprichosamente de sentido, en todo momento. 

Habitación de sobreviviente del huracán Otis en Acapulco.
Habitación dañada del Hotel Copacabana en Acapulco. Creditos: Illian Baños.

Huracán acaba con el “esplendor” del Hotel Copacabana

La luz y el internet se van. El azulejo del baño también cae, mientras Illian escucha, encerrada en ese baño, el sonido de las tuberías rompiéndose, poco antes de que el suelo se inunde.  

Lo “peor” para ella ocurre una hora después. El Hotel Copacabana comienza a tambalearse, “como por unos cinco minutos hacia todas direcciones”.  

El terror es proporcional a la altura. Hay que recordar que Illian está en el doceavo piso. Cinco minutos de aparente movimiento, y luego una calma que dura media hora, hasta que las ráfagas vuelven a hacer cimbrar al edificio, durante otros minutos. 

“Creí que ya no iba a aguantar la puerta y que se iba a desprender, y pues estaba pensando qué iba a hacer entonces. La verdad sí sentí muchísimo miedo, demasiada angustia”. 

Illian resiste, sobrevive, durante tres interminables horas. Cerca de las 4:00 horas, el viento disminuye. Una persona —a quien no logra describir—, llega a sacarla.  

Su paso en la penumbra, rumbo a la planta baja, es un desesperanzador collage de paredes desprendidas, pasillos sin cristales, habitaciones sin techo y cuartos cuyas puertas de baño sí quedaron desprendidas.

Le es inevitable pensar qué habría pasado con ella, si no hubiera tenido la fuerza suficiente para sostener la puerta por casi tres horas durante el huracán. Finalmente, se reúne con sus compañeros en el restaurante del Hotel Copacabana.  

Lobby del Hotel Copacabana, en Acapulco.
Lobby del Hotel Copacabana, en Acapulco. Creditos: Illian Baños.

El “saqueo”, la forma de ser sobreviviente tras el huracán Otis en Acapulco 

Los huéspedes y trabajadores deben ingeniárselas para mantenerse con vida mientras las comunicaciones quedan reestablecidas en Acapulco.  

El sótano del hotel, designado como un refugio ante catástrofes, está inundado. Todos optan por escoger las habitaciones menos destruidas para resguardarse y esperar pacientemente. Comparten los cuartos entre todos los huéspedes. Hay entre cinco y ocho por habitación.  

La comida del restaurante no duró. Esa misma mañana de miércoles, quedó “agotada”, según dijo el personal. Cada quien tuvo que buscar su propia forma de sobrevivir, algunos solos, otros en grupos, explica Illian. 

La historia de una sobreviviente de la UAEH en el huracán Otis de Acapulco.
Daños causados por el huracán Otis en Acapulco. Creditos: Illian Baños.

Las y los alumnos de la UAEH tuvieron que hacer algo de lo que no están orgullosos, según demuestra el tono nervioso de Illian, al momento de relatar, por llamada, la manera en la que llegaron a un Soriana para llevarse los víveres. “No sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar así”, resalta. 

Igual que muchos otros habitantes de Veracruz, ella y sus compañeros entran al establecimiento, cuyo techo “estaba completamente destruido”, pues quedó desplomado de ambos extremos, por lo que “tenías que recoger las cosas debajo de los escombros”. 

Las personas salen del lugar con las despensas en bolsas, botes, o en lo que tuvieran a la mano para cargarlas. Hubo medios de comunicación que calificaron esto como “saqueo”.  

Alumnos de la UAEH, heridos durante la tormenta 

A los alumnos de la UAEH, la tragedia les llegó de forma distinta, cada uno siendo un sobreviviente del huracán Otis en Acapulco a su manera.

Mientras unos aguardaban en el Hotel Copacabana, otros estaban en plena calle en aquella noche de martes. Uno de estos alumnos tuvo una lesión en el hombro. Mientras intentaba refugiarse, un objeto le cayó desde una parte alta, según Illian. 

A su vez, a otro de los alumnos que estuvo en el hotel se le encajó un trozo de vidrio en la pierna. Ninguna herida fue de gravedad. La UAEH no informó de ninguna de estas lesiones en sus comunicados

No es posible describir de forma precisa la cantidad de pensamientos que pasaron por la cabeza de Illian, mientras sostenía la puerta del baño contra las brutales ráfagas de viento, en aquel doceavo paso del Hotel Copacabana.  

Sin embargo, lo que más pensó en aquella incertidumbre fue su familia. Puede que dicha remembranza la hizo apretar con más firmeza la puerta del baño.  

“Quería decirles algo a mi mamá y a mi hermana. Es bastante difícil aceptar que hay una gran posibilidad de que vas a morir”. 

Pasillo del Hotel Copacabana, en Acapulco. Creditos: Illian Baños.

Regresar a casa tras el impacto del huracán Otis de Acapulco, marca un “antes y después” en su vida, uno que las 47 personas fallecidas —hasta el momento— no pueden contar. Hay lecciones aprendidas. 

“No dudar jamás del poder que tiene la naturaleza. Creo que las personas no dimensionan. (…) El viento puede tirar palmeras y mover tráileres. Nosotros, en promedio tenemos unos 70 u 80 kilos (de peso). Somos como una hoja de papel”. 

A punto de terminar su ingeniería en minero metalurgia, también piensa en sus deseos, en sus pendientes. “Hay cosas que te hubiera gustado decir o hacer”, dice mientras se ve a sí misma como una sobreviviente del huracán Otis en Acapulco. 

Illian ya empezó a hacerlas. “He estado viendo bastantes becas al extranjero”. También retomó el contacto con familiares a los que ya no les hablaba. Lo califica como hacer una “reconexión”. 

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bryan

Bryan Rivera González

Estudió Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Reportero desde 2019. Amante de las historias.