Cada vez son más las personas que, formadas profesionalmente o no, se suman a la lista de los comunicadores con páginas en Facebook en Hidalgo que no hacen más que divulgar el boletín y la información gubernamental e institucional.
Ya hemos hablado en este espacio sobre cómo los gobiernos morenistas conciben a los medios de comunicación. Recientemente, un pensamiento derivado de aquella idea rondó por mi mente. Incluso creo, sin temor a equivocarme, que forma parte de los mecanismos del control de la información que se gestan desde las cúpulas gubernamentales.
En el mundo reporteril y periodístico nos damos cuenta. Cada vez son más las personas que le entran al esquema informativo bajo una modalidad empeñada en ver más al periodismo como un negocio que como un oficio que existe para genuinamente servir al pueblo.
Me refiero justamente a aquellos que, por orden o convicción, se valen de las redes sociales para “abrir un medio”. Luego proceden a una de las actividades más ruines, con debido respeto, que existen entre este tipo de informadores. Sin tratamiento de la información, sin perspectiva de género, sin línea editorial, sin estilo ni tampoco rigor periodístico. Estas páginas se vuelven una extensión de las oficinas de prensa o de comunicación social de gobiernos o instituciones.
Sus “editores” o “jefes de información” se remiten a publicar -así tal cual les llega, sin meterle su “revolcada”, al menos- la infinita serie de boletines que todos los días se comparten a través de diversos canales.
Haga usted la prueba. (I) elija “n” tema o evento de cualquier Secretaría o Instituto gubernamental. (II) diríjase a Google o a Facebook y busque dicho tema. (III) descubra cuántos “medios” replicaron los boletines tal cual se redactaron desde el Palacio de Gobierno o desde la Presidencia Municipal más cercana.
Los vicios de los medios de comunicación
No es nueva la reflexión de que el oficio periodístico se ha deteriorado y que cada vez son menos los auténticos reporteros o periodistas que excavan, investigan, indagan y cuestionan a las autoridades.
Y no se confunda. No es que este trabajo sea exclusivo de aquellos que cuentan con un certificado o título profesional en las carreras afines a la Comunicación. Es solo que es tanto el ego gubernamental, tanta su obsesión con la imagen pública del “eterno santo”, que otorgan convenios a diestra y siniestra a todo aquel dispuesto a publicar en sus portadas el top 5 o top 10 de los hechos diarios más destacados de la función pública.
Luego entonces, aquellos con suficiente tiempo y disposición para incluso diseñar una portada (acrecentando la ficción de que en esencia se informa y de que tal información vale tanto como para estar en la de ocho), vacunan a las audiencias que se atreven a leerlos con paja institucional. Sin que esto cumpla una de las funciones más importantes del correcto ejercicio periodístico: formar opiniones críticas.
Por supuesto, existen honrosas excepciones. Persisten los periodistas independientes que gracias a las redes sociales rompieron con el tradicional atropello que ocasionalmente surge desde las editoras.
Pero con los otros medios de comunicación, los que le sirven al poderoso sin siquiera reflexionar, es complicado llegar a una de las máximas del pionero Kapuscinski:
El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse.”
Por supuesto, otro mundo es posible.
Las opiniones y análisis de los columnistas no necesariamente reflejan el punto de vista de esta casa editorial.
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