El 2024 cerró como un año relativamente extraordinario en el ámbito de la política electoral, con la continuidad de la llamada “Cuarta Transformación” a nivel presidencial y con una súper mayoría legislativa a nivel federal y subnacional. También, con la renovación de las dirigencias de los partidos políticos que evidenciaron que seguirán las mismas prácticas.
Este año fue singularmente exitoso para el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Tuvo más de cinco millones de votos adicionales a los que tuvo en el proceso electoral de 2018, lo que permitió que el proyecto político que implementó el expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, siga al frente del país por seis años más y con una serie de reformas constitucionales aprobadas de forma exprés.
El cálculo político de López Obrador era certero. Le permitió no sólo entregar la banda presidencial a una incondicional, Claudia Sheinbaum, simulando una supuesta democracia interna en Morena tras ser “electa” en las encuestas del partido, después del proceso electoral que vivieron las llamadas “corcholatas” en 2023.
López Obrador logró evitar una disputa abierta en Morena, pese a los amagos de Marcelo Ebrard. El excanciller brevemente hizo berrinche por no quedar electo como el candidato presidencial. Finalmente, terminó por alinearse con la promesa de una secretaría de Estado que le entregaron en el nuevo sexenio.
Las otras corcholatas también quedaron beneficiadas en distintos espacios legislativos. Sucedió con Adán Augusto López, actual coordinador parlamentario de Morena en el Senado; Ricardo Monreal, como coordinador legislativo del partido guinda en la Cámara de Diputados; Gerardo Fernández Noroña como presidente de la Directiva del Senado, y hasta Manuel Velasco, quedó como senador.
Tras las elecciones del pasado 2 de junio de 2024, Morena no sólo se mantuvo como la principal fuerza política del país. Extendió su influencia al arrebatarle al PAN la gubernatura de Yucatán, uno de los principales bastiones políticos del partido blanquiazul. Además, conservó todas las gubernaturas que mantenía, por lo cual administra a 24 de los 32 estados del país.
Renovaciones en los partido, más de lo mismo
Así, a partir de octubre comenzaron las renovaciones en la vida política nacional. Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de la República, convirtiéndose en la primera mujer en gobernar el país. El Poder Legislativo también se actualizó y los partidos políticos vivieron procesos internos electivos que mostraron más de lo mismo.
En Morena, Mario Delgado dejó la dirigencia nacional para integrarse al gabinete de Sheinbaum como titular de la SEP. La exsecretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, fue impuesta como la nueva lideresa del partido.
La fórmula única que encabezó la anterior encargada de la política interna del país estuvo integrada por el hijo del expresidente de México, Andrés Manuel López Beltrán. Él ahora, funge como secretario de Organización de Morena. El nuevo liderazgo en el partido guinda está absolutamente bajo control de Macuspana.
Por ello, a diferencia de lo que tanto cuestionaron los fundadores de Morena sobre la “dedocracia” que caracterizó al PRI, el partido guinda replicó las mismas prácticas políticas con una sola fórmula que todos los militantes debían votar para garantizar “la unidad” partidista en este 2024.
En el PRI, por otro lado, no hubo ni siquiera intento por simular en la renovación de la dirigencia nacional. Alejandro Moreno Cárdenas se reeligió al reformar los estatutos internos. Provocó la inconformidad del grupo disidente del priísmo que ha acusado al exgobernador de Campeche por provocar la debacle total del instituto político.
A pesar del desaseado proceso interno que efectuó Alejandro Moreno en el PRI, las autoridades electorales validaron el mismo. Por ello, podrá estar al frente del partido hasta 2032. Esto aunque no quede nada del priísmo para ese momento, después de ser el partido que más votos perdió desde 2018.
La situación del PAN, MC y PRD
En el PAN, Marko Cortés, uno de los personajes más cuestionados dentro de las filas del blanquiazul, cedió la dirigencia nacional a Jorge Romero.
Es uno de sus incondicionales en un proceso interno de simulación en el que obtuvo más del 80 por ciento de los votos totales de la militancia.
Señalado de ser uno de los artífices del denominado “Cártel Inmobiliario”, el legislador federal ocupa la dirigencia albiazul. Este ha demostrado que la continuidad de los mismos liderazgos únicamente provocará que sigan perdiendo la confianza de la ciudadanía en los futuros procesos electorales.
Para el caso de Movimiento Ciudadano (MC), Dante Delgado también tuvo que dejar la dirigencia nacional del partido que fundó debido a problemas de salud.
Su puesto quedó en manos de un personaje que en enero de este año era relativamente desconocido a nivel nacional, Jorge Álvarez Máynez. Tras ser candidato presidencial como relevo de Samuel García, ahora es el responsable del partido político que se consolidó como el segundo opositor más relevante del país en 2024, sólo después del PAN.
Para el electorado, Máynez representó una renovación clara en la vida política tradicional del país. El exlegislador federal tuvo más de diez millones de votos, la mayor cantidad de sufragios que obtuvo el partido naranja en su historia. Quedó como una nueva opción política de oposición a lo establecido por el PRI y PAN.
Del Partido de la Revolución Democrática (PRD) sólo queda el recuerdo. El llamado Sol Azteca desapareció como fuerza política nacional y sólo quedan remanentes del mismo en 13 estados del país, donde será partido político local. El otrora gran partido de izquierda se fragmentó completamente desde la salida de Andrés Manuel López Obrador.
Más de lo mismo
Así, aunque este año significó un periodo de renovación en el poder presidencial y partidista, en realidad siguieron las mismas prácticas, tanto de quienes gobiernan, como de los opositores.
El mapa político del país no cambiará de forma significativa en 2025 después de “estos ajustes” dentro de los partidos. La primera gran prueba de la oposición y la supuesta unidad de Morena será en 2027 con las elecciones federales intermedias.
También en este 2024, Morena mostró sus primeras fisuras con la confrontación de Adán Augusto López y Ricardo Monreal. Quedó claro que los resentimientos entre los exaspirantes presidenciales siguen vigentes. La presidenta Claudia Sheinbaum trató de dar un manotazo para unir a los legisladores federales, pero cada uno buscará sus propios intereses.
Apéndice: En sus primeros tres meses en el gobierno federal, la presidenta no ha logrado mostrar diferencias significativas con su antecesor. Las imposiciones en su gabinete le imposibilitan consolidar una fuerza política interna independiente en sus distintas perspectivas y enfoques.
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