Durante la celebración del Día de Muertos, México honra la tradición de altares majestuosos a los seres queridos que ya no están, fortaleciendo así el vínculo con sus raíces indígenas, especialmente en estados como Hidalgo.
El Día de Muertos, festejado cada 1 y 2 de noviembre, es una de las tradiciones más antiguas y representativas de este país.
Desde tiempos prehispánicos, pueblos indígenas como los mexicas y los zapotecas veían la muerte como un ciclo natural. En esas fechas, enterraban a sus muertos con comida y objetos personales para ayudarlos en su viaje al Mictlán, el inframundo.
Esta tradición mexicana ha sido objeto de diversas controversias, desde su sincretismo religioso, hasta la forma en que se festeja. A lo largo de los años, el Día de Muertos ha experimentado cambios en su celebración que varían de acuerdo con la región y el apego a las costumbres locales.
Actualmente, debido a la globalización, el Día de Muertos se ha visto influenciado por el Halloween, celebrado el 31 de octubre. Especialmente entre la población más joven, esta festividad anglosajona ha ganado popularidad, en ocasiones desplazando el festejo tradicional del 1 y 2 de noviembre.
Una casa, un altar
A sus 55 años, Fabiola –nombre elegido para el anonimato– es una de las muchas personas que priorizan la celebración del Día de Muertos en su forma tradicional. En su casa de Tizayuca, esta excomerciante sigue las enseñanzas de sus padres, abuelos y bisabuelos.
Cada año, Fabiola aseguró que monta altares para honrar a sus seres queridos. Durante la madrugada del 1 de noviembre, coloca dulces y frutas para recibir a las almas de los niños. Al día siguiente, en la madrugada, pone comida y otros alimentos significativos para aquellos adultos que ya partieron. Para ella, esta celebración es un ritual íntimo y privado, tal como le enseñaron.
Sin embargo, consideró que el ambiente en Tizayuca ha cambiado drásticamente con el tiempo. Recordó que, en sus primeros años, el respeto por la tradición predominaba en su comunidad, mientras que ahora abundan las fiestas y disfraces que transforman esta temporada en un festejo más comercial.
Por su parte, César de 45 años y maestro en barbería y peluquería, aseguró que el impacto de Halloween ha alterado el sentido original del Día de Muertos.
Opinó que la mercadotecnia ha jugado un papel clave en esta transformación, influyendo en los cambios sociales. Para él, los productos audiovisuales moldean costumbres y comportamientos.
Dijo que esta diferencia se nota entre las ciudades y las zonas rurales. Mientras en las urbes el Día de Muertos se convierte en una fiesta más, en pueblos como los de la Huasteca hidalguense, el sentido de identidad y conexión con las raíces católicas e indígenas sigue vivo, preservando una tradición profunda que une generaciones.
Conservar la tradición depende de las familias
Alma, una mujer de 24 años originaria de Xolitepec, Puebla, aseguró que la tradición del Día de Muertos es un tema importante en su familia. Desde niña, aprendió a honrar a sus difuntos con distintos rituales en las ofrendas.
Consideró que, actualmente, esta tradición no se limita a colocar la ofrenda o pedir dulces. Señaló que, para su familia, es un motivo de unión, pues conviven, recuerdan anécdotas y comparten enseñanzas de quienes ya no están.
Alma también aseguró que la tradición se ha ido perdiendo con los años, aunque cree que su permanencia depende en gran medida de cada familia. Consideró que la globalización ha sido una de las causas principales de esta pérdida de relevancia entre las generaciones más jóvenes. Sin embargo, dijo que se siente orgullosa al ver que otros países admiran la riqueza cultural de México relacionada con la muerte.
Tanto Alma, como Fabiola y César coincidieron que conservar la tradición del Día de Muertos depende de los hogares, donde se debe privilegiar el respeto a los seres queridos por encima del desenfreno de las fiestas.
La conservación de las tradiciones originarias en México
La conservación de toda tradición depende de dos denominadores: la educación y la participación comunitaria.
Cada año, familias, escuelas y autoridades impulsan actividades para que los jóvenes comprendan y aprecien el valor de esta celebración. Desde talleres en donde aprenden a hacer calaveritas de azúcar y papel picado, hasta recorridos y concursos, las nuevas generaciones se están convirtiendo en los guardianes de esta tradición.
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En Hidalgo, la temporada por el Día de Muertos es muy relevante para el turismo y el comercio local. Casi todos los municipios organizan un sin número de actividades, conforme a las costumbres de la región. Esto, en un esfuerzo por mostrar la conmemoración en su estado más tradicional.
La celebración del Día de Muertos no es solo un tributo a los difuntos, sino un acto de resistencia cultural.
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