El huracán Trump apenas comenzó, pues el presidente de Estados Unidos desea iniciar una innecesaria guerra comercial contra sus principales aliados comerciales—México y Canadá—con las amenazas de imposiciones de aranceles a los países con los que firmó el T-MEC en 2018.
El republicano anunció que esta semana impondrían aranceles a las exportaciones mexicanas del 25 por ciento. La presidenta Claudia Sheinbaum logró evitar que éstas se desarrollaran de forma inmediata, pero con la promesa de enviar más de diez mil efectivos de la Guardia Nacional a la frontera norte para evitar el paso de migrantes y de drogas como el fentanilo.
La prensa estadounidense ha bautizado los arrebatos de Trump como “la guerra comercial más tonta de la historia”. Con México y Canadá, Estados Unidos no tiene problemas. Pese a eso, trata a sus aliados y socios comerciales como enemigos, con la imposición arancelaria superior a la que pretende aplicar a China, su principal adversario comercial a nivel mundial.
Las decisiones económicas de Trump se basan en sus intenciones de tratar de imponerse sobre la comunidad internacional. Primero busca dominar a sus socios comerciales, con la aplicación de aranceles de forma casi inmediata a México y Canadá, y luego a la Unión Europea, a quienes acusa de aprovecharse de la Unión Americana y depender de sus subsidios económicos.
Sheinbaum logró una prórroga para la aplicación de aranceles, dilatando esta guerra comercial de Trump. Para ello tuvo que implementar las mismas medidas que su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, como enviar a miles de tropas a la frontera para impedir el paso de los migrantes indocumentados y con ello evitar que arriben a Estados Unidos.
Aunque las empresas estadounidenses también han criticado la decisión de Trump, debido a que afectará sus operaciones comerciales en América del Norte, el republicano pretende seguir con las amenazas permanentes que serán parte de su gobierno durante los siguientes cuatro años.
El calígula norteamericano
Donald Trump regresó a la Casa Blanca en una versión más vengativa y colérica. Sus decisiones en las primeras dos semanas de gobierno se han caracterizado por provocar el mayor retroceso político, económico y social que había alcanzado la Unión Americana, pero que también afecta al mundo, especialmente a sus socios comerciales.
Hace ocho años el escritor colombiano Héctor Abad bautizó a Trump como el “Calígula norteamericano”. Sus decisiones son similares a las que caracterizaron al emperador romano, es recordado como responsable de un periodo de declive económico, social y político de Roma por sus desequilibrios mentales, sus ansías de grandeza y sus humillaciones al Senado imperial.
Pero el escritor colombiano no es el único en comparar a Trump con el César romano. El historiador británico Tom Holland consideró que se encontraba entre “Nerón y Calígula”, debido a que intentó fusionar la autocracia con el populismo.
También el historiador estadounidense Stephen Dando-Collins comparó al republicano con el emperador romano. Tanto Trump como Calígula se deshicieron de quienes no les rindieron pleitesía. Son beligerantes, mezquinos y nada empáticos. Sin embargo, entre las diferencias, el historiador sostuvo que Calígula, al menos, ordenó la construcción de obras públicas. Mientras que el republicano es regresivo al salir del Acuerdo de París, de la Organización Mundial de Salud (OMS) y anular el Obamacare.
Tanto Calígula como Trump gobernaron los imperios más grandes de su tiempo. El emperador romano es recordado por su crueldad, tiranía y locura. El presidente estadounidense tampoco será tratado de forma positiva en la historia mundial, sostuvo Stephen Dando-Collins.
Así, los historiadores consideran que Trump representa el retroceso que caracterizó el periodo de gobierno de Calígula. A pesar de que ambos imperios no terminaron —o terminarán— en la gestión de estos gobernantes, al menos la gestión de Trump dejará un sello especial en la revisión histórica que haga la academia sobre su mandato en los próximos años.
Trump amplía guerra fría comercial con China
Trump inició una guerra fría comercial con China en 2017. A su segunda llegada a la Casa Blanca, decidió imponer aranceles a las exportaciones chinas. Sucede ante el crecimiento económico del gigante asiático que en este siglo se convirtió en el principal adversario comercial de Estados Unidos.
Las disputas económicas entre Estados Unidos y China provocaron que el gobierno del presidente Xi Jinping aplicara las mismas medidas económicas a las exportaciones estadounidenses, en un contexto que ha provocado la ralentización económica de ambas naciones.
Atrás quedó el conflicto entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética—al menos en términos económicos—para provocar una disputa clara con China, un país con mayor capacidad productiva que la Unión Americana y que ha extendido sus redes de inversión en el mundo, siendo la principal potencia económica en Asia y África y con una fuerte presencia en América Latina.
Con la pandemia del COVID-19, Estados Unidos sufrió una recesión económica. En cambio, China dejó de crecer por encima de la barrera de los dos dígitos anualmente. Ahora la disputa comercial se ha enfocado en la producción de nuevas tecnologías.
Los avances de China con DeepSeek
China recientemente le ganó la partida a Estados Unidos. La inteligencia artificial conocida como “DeepSeek” irrumpió en el mercado tecnológico en los últimos días. Superó a “ChatGPT”, lo que muestra que el enfrentamiento será por el desarrollo del mejor sistema de consumo.
Desde la administración de Joe Biden, permaneció una guerra comercial con China. Washington sabe del crecimiento exponencial que ha mostrado Pekín en los últimos años y trata de evitar el expansionismo en una de las zonas de mayor influencia hegemónica de Estados Unidos, que es América del Norte. Por ello ha intentado evitar que los chinos amplíen sus inversiones en México.
Trump, en su segundo periodo, trata de llevar esta guerra fría comercial a un nuevo nivel. Sus pretensiones de adquirir Groenlandia se basan en el control del norte de tránsito comercial con Europa, ante el calentamiento global. Con ello, busca controlar hidrocarburos estratégicos para mantener la hegemonía en el mercado internacional.
Por otro lado, México no aprovechó el efecto del llamado “nearshoring”. Con Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, los principales mercados del mundo no hicieron inversiones económicas trascendentales cuando pretendían dirigirse a la economía estadounidense ante las disputas con China.
Apéndice: Mientras que Trump ha tratado a China con mayor respeto, a sus principales socios comerciales no deja de maltratarlos y denostarlos. A Canadá lo ninguneó y llamó a su anexión como un estado más de la Unión Americana. Mientras que a México lo acusó de tener un narcogobierno inepto e incapaz de reducir la violencia e inseguridad.
Las opiniones y análisis de los columnistas no necesariamente reflejan el punto de vista de esta casa editorial.
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