La reelección de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por otros cinco años no fue una decisión de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Ella prefería que el organismo defensor de los derechos humanos fuese encabezado por Nashieli Ramírez. La reelección fue impuesta por el exmandatario federal, Andrés Manuel López Obrador, quien evidenció que, detrás de los reflectores, que sigue tomando las decisiones en la vida pública del país.
Aunque entre los propios legisladores del Morena no existía consenso en la continuidad de Rosario Piedra por el abandono sistemático a la defensa de los derechos humanos durante el gobierno de López Obrador, finalmente todos se alinearon como en la vieja costumbre del PRI. y todos sufragaron a favor de su permanencia en el instituto autónomo.
El simulado proceso mostró que el fundador de Morena sigue como principal decisor y elector de la vida pública del país. López Obrador ganó primera partida de cargos en el gobierno de Sheinbaum.
Rosario Piedra no era del agrado de organizaciones defensoras para reelegirse en la CNDH. Tampoco de académicos, estudiantes y de la propia colectiva “Eureka” que fundó su madre—una verdadera activista defensora de los derechos humanos—, pero tuvo el cobijo del único elector, el que radica en Palenque.
La operación fallida a favor de Nashieli Ramírez
Palacio Nacional tenía la orden de posicionar a Nashieli Ramírez. Ejerció como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de CDMX cuando Sheinbaum era Jefa de Gobierno.
Nashieli Ramírez la apoyó durante el incidente de la Línea 12 del Metro en 2021. Además, fue la mejor calificada entre los 15 finalistas de la terna del Senado para quedar electa.
Sin embargo, el expresidente decidió que Piedra Ibarra tenía que seguir en el cargo. Por ello ordenó a uno de sus principales operadores políticos, Adán Augusto López, que el voto unánime fuese a favor de la actual ombudsperson. Esto, pese a que era la peor evaluada de la lista de 15 finalistas.
Los legisladores federales afines a Sheinbaum como Javier Corral, Higinio Martínez y Malú Micher expresaron previamente sus intenciones de votar contra de Piedra Ibarra.
Sin embargo, con la operación política de la secretaria de Gobernación (Segob), Rosa Icela Rodríguez, y de la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, existió una clara línea: Rosario Ibarra sería ungida.
Así, por votación absoluta de los morenistas y aliados, Rosario Piedra Ibarra obtuvo su reelección como presidenta de la CNDH. Eso muestra que está lejos de ser la mejor persona para encabezar ese organismo por otros cinco años.
Aunque la presidenta trató de atajar las críticas sobre la fuerza política que mantiene el tabasqueño, la reelección de Rosario Piedra muestra que el gran elector de Palenque sigue teniendo peso en las decisiones de la autollamada Cuarta Transformación.
Las escasas palabras que dirigió Sheinbaum a Rosario Piedra aclaran que estuvo lejos de ser el perfil que ella buscaba. Fueron tan fríos sus comentarios que parecía tratar con lo peor de la oposición. Incluso, la mandataria federal destinó más tiempo en su conferencia de prensa mañanera al nuevo dirigente nacional del Partido Acción Nacional (PAN), Jorge Romero, que a una supuesta “aliada” de la transformación, quien seguirá como ojos de López Obrador.
Las deficiencias de Rosario Ibarra
Rosario Ibarra tuvo grandes deficiencias que ponen en duda la eficacia que habrá en la CNDH con su reelección. Incluso organizaciones internacionales como Amnistía Internacional (AI) y Human Right Watch (HRG) cuestionaron que las víctimas de violaciones de derechos humanos sean ignoradas por la Comisión en un contexto donde aumenta la militarización en el país.
En sus discursos, omite la forma en que incrementa la militarización. También, el seguimiento a quejas existentes contra el Ejército y la Guardia Nacional. Dedicó sus escasas apariciones públicas a criticar los abusos cometidos por el Estado en el siglo pasado.
Es claro que, para Rosario Piedra, las violaciones graves a derechos humanos concluyeron con la llegada de los llamados “gobiernos de la transformación”. Todos los abusos cometidos por el Estado fenecieron el 1 de diciembre de 2018 con el arribo de López Obrador a la presidencia.
Seguirá al frente de la CNDH sin el apoyo de la sociedad civil a la que supuestamente debe defender. La Comisión es un organismo opaco y ausente a las necesidades de la población.
En tanto, el Ejército y la Guardia Nacional podrán seguir ejerciendo violencia contra población civil sin ningún tipo de regulación por parte de la institución creada para tratar de evitarlo.
El Ejecutivo morenista no ve necesario eliminar a la SCJN
Es curioso que, entre las reformas constitucionales que envió López Obrador en el sexenio pasado. No se considerara la eliminación de la Comisión, que, bajo la óptima de la “4T”, tiene duplicidad de funciones con la Subsecretaría de Derechos Humanos que depende de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Al estar sujeta al Ejecutivo como una ombudsperson a modo, no hay necesidad de erradicar a dicha institución.
Las formas en que se ha conducido la CNDH son por demás patética, pues tiene un déficit de recomendaciones por abusos cometidos por instituciones federales. Entre ellas, las encargadas del sistema de salud, como la falta de medicamentos para la población infantil con cáncer.
Con la victoria de López Obrador en la reelección de Rosario Piedra como titular de la CNDH, Sheinbaum deberá maniobrar políticamente en próximas designaciones.
Apéndice: Morena funciona como la maquinaria aceitada que caracterizó al PRI en sus mejores épocas. Pero a diferencia del viejo sistema hegemónico, en el cual el nuevo gobernante comenzaba a diferenciarse de su antecesor, a más de seis semanas del actual gobierno de la 4T, aún no se observan esas diferencias claras con su predecesor.
Te puede interesar: