La presa “El Jaramillo”, ubicada en Mineral del Chico, esta en un nivel crítico de agua. En los últimos años, la profundidad del cuerpo del agua se redujo drásticamente. Lejos quedaron esos 18 metros necesarios para abastecer del vital líquido a algunas colonias de Pachuca.
Según habitantes de las comunidades aledañas, el problema inició en 2021, cuando el nivel de la presa comenzó a descender. Esto llegó al punto en que solo quedó una mínima superficie que dejó al descubierto las grietas en la tierra. La sequia que azota el país y la sobreexplotación del agua reclaman más víctimas.
En entrevista para CENTRAL Hidalgo, los pobladores aseguraron que han mantenido los esfuerzos para cuidar lo poco que queda. Entre estos, limpiar los alrededores evitando la acumulación de basura.
De igual manera, señalaron que intentan rescatar a los peces sobrevivientes para que no mueran. Quieren reproducirlos y reintegrarlos a la presa cuando recupere su caudal.
Los habitantes dijeron que, a través de la pesca, varias familias podían sostenerse económicamente o conseguir alimento. Revelaron que esta situación ya les comenzó a afectar.
De igual manera, señalaron que los niveles de la presa solían subir y bajar. Sin embargo, desde 2021 no llega a su nivel máximo. Destacan que en los últimos meses la situación empeoró, pues el vital líquido esta desapareciendo casi por completo.
Por otro lado, los cuidadores comentaron que mucha de esta agua abastecía algunas de las colonias de Pachuca. Ente ellas, destacan al Barrio Mágico El Arbolito.
Actualmente, el agua de la presa “El Jaramillo” apenas tiene unos metros de profundidad, por lo que se pueden apreciar algunos peces sobrevivientes.
Finalmente, aseguraron que ninguna autoridad ha acudido para intentar apoyarlos. Tampoco creen en su intervención y señalaron que intentarán “cuidar” de este espacio a como de lugar.
Presa “El Jaramillo” no es la única con problemas
Además de la presa “El Jaramillo”, existen otros espacios que sufren por una severa crisis de sequía.
La presa “Requena”, ubicada en Tepeji del Río enfrenta una crítica escasez debido a la prolongada sequía y el intenso calor de los últimos meses. Esta situación causó alarma entre los habitantes de la región, ya que está en su nivel más bajo de agua, operando a solo un 0.5 % de su capacidad.
La situación alcanzó un punto crítico en la mañana del 28 de junio, cuando la presa tuvo que liberar su remanente de agua a través de los canales de riego. Desafortunadamente, este desfogue provocó la trágica muerte de cientos de peces que quedaron atrapados en los conductos.
La Presa Requena juega un papel vital en el suministro de agua para las canaletas que abastecen los cultivos y parcelas de la región. La falta de agua impacta de manera directa en la pesca y afecta a la población que depende de esta actividad.
Los pescadores expresaron su profunda preocupación ante esta situación, calificándola como “sin precedentes” en los últimos veinte años. Además, la contaminación a la que estuvieron expuestos los peces por el sol, impidió que pudiera ser consumidos.
La gravedad de la escasez también repercute en la agricultura, ya que quedaron afectadas numerosas hectáreas de cultivo en algunas regiones.
Sequía en la laguna de Metztitlán provoca migración
Antes que la presa “El Jaramillo” y “Requena”, la Laguna de Metztitlán fue una de las primeras que quedó completamente seca en Hidalgo.
Desde 2022, las altas temperaturas, la falta de lluvias, el cambio climático y la perforación ilegal de pozos ocasionaron que la laguna se secara. La principal actividad económica del municipio de Metztitlán, la pesca, se vio interrumpida abruptamente en abril, cuando el agua desapareció por una grieta en la laguna.
Esta crisis hídrica generó la muerte masiva de peces, dejando sin empleo y sustento a decenas de familias que dependían de esta actividad.
Fidel Acosta, presidente de la cooperativa de San Cristóbal relata que, desde entonces, los pescadores han tenido que enfrentar enormes desafíos para sobrevivir. Algunos buscaron empleo en el campo, pero solo encuentran trabajos esporádicos y mal remunerados.
Otros, desesperados por encontrar fuentes de ingreso, tuvieron que migrar a otras partes del estado e incluso a Canadá y Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
La mayoría de las personas que se van son jóvenes. Aquellos que decidieron quedarse, son en su mayoría personas de entre 45 y 60 años, una edad en la que conseguir trabajo es aún más difícil.
Para Fidel Acosta, no hay más que mantenerse unidos como comunidad y tratar de sobrevivir a la sequía y los estragos de una desigualdad social que afectan a muchos campesinos y pescadores de la región.
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