En los últimos meses, la desesperanza es una constante en los refugios de animales en Hidalgo; no solo por la falta de adopción y la gran cantidad de abandono, sino también por la escasez de recursos que impide conseguir el alimento para cada una de las especies protegidas.
Con publicaciones donde solicitan donativos para alimentos, medicinas y tratamientos, las organizaciones y rescatistas en el estado intentan buscar una ayuda que no siempre llega.
A CENTRAL Hidalgo, colectivos como “La Jauría de Balú”, “Todo por ellos”, “Perrines al rescate”, “Pachuca sin callejeros” y “Cuatro patitas un corazón”, exponen cómo lidian con la falta empatía y apoyo gubernamental.
Su principal problema es económico, debido al costo de los alimentos para los perros y gatos. La mayoría de los donativos en dinero que reciben los usan para el medicamento de los animales que tienen alguna enfermedad o están lastimados.
“A veces no es solamente comprar croquetitas. También medicamento para los perritos que están en tratamiento. Tan solo de dos perritos gastamos 2 mil 400 cada 15 días, tienen daño hepático” declaró Alba Luisa Jiménez, representante de la “Jauría de Balú”.
Por otra parte, la crisis “permanente” por la falta de alimentos en los refugios de animales, es resultado de múltiples factores.
Durante la emergencia sanitaria del COVID-19, disminuyeron las donaciones y el voluntariado, lo que aminoró los recursos para cuidar de los animales. También se interrumpieron las cadenas de suministro de croquetas, lo que derivó en un aumento en el costo del alimento.
“Hemos recibido poco apoyo tanto en especie como en efectivo”, destaca “Pachuca sin callejeros”, quienes reconocieron que el apoyo de la sociedad disminuyó drásticamente.
La responsabilidad no asumida por el gobierno en los refugios de animales
“Pachuca sin callejeros” menciona que, si bien la sociedad en general no suele ser empática, la situación con los gobiernos es mucho peor. Destacan que las autoridades estatales no ayudan a los refugios.
Al respecto, Alba Luisa, de “La jauría de Balú”, agrega:
“Por una parte se ha desvirtuado la labor de los refugios a tal punto que ha llegado al límite, si la sociedad no se involucra ¿Cómo podremos sacar adelante el trabajo en refugios? ¿Y qué responsabilidad recae en el gobierno?”
La escasez de alimentos en los refugios no solo pone en riesgo la salud y el bienestar de los animales, sino que también impacta a la cantidad de especies que pueden acoger.
Muchos refugios se ven obligados a limitar su ayuda para no desequilibrar la alimentación de los otros. Esto aumenta la cantidad de perros que quedan desamparados en las calles o en situaciones de peligro.
Los eventos con causa no siempre son suficiente
Por otra parte, los colectivos aseguran que los “eventos con causa” no siempre cumplen su objetivo, pues en ocasiones ganan y en otras pierden. Pese a ello, las “ventas con causa”, rifas, sorteos e incluso carreras, son la única vía que los colectivos tienen para solventar los gastos.
Anita, de “Perrines al rescate”, menciona que “los eventos son un albur, a veces se gana y otras se pierde”.
Sin embargo, en algunas ocasiones como en el Croquetón, sí logran obtener más alimento para los animales. Los donativos permiten que los refugios aliados al santuario HOPEFUL, obtengan al menos diez bultos.
Sin embargo, estos costales apenas rinden un promedio de tres días por refugio, dependiendo de la cantidad de especies que alberguen.
Finalmente, los colectivos hacen un llamado a las autoridades y la sociedad en general para que adopten o apoyen. Lilia Hernández, de “Todo por ellos”, lo dice de esta manera:
“Que por favor se sumen a apoyar, donando, compartiendo publicaciones, ser voluntarios y convivir con los ‘bebos’. También dando hogar temporal a un bebo que lo necesite. Todos podemos hacer algo, solo es cuestión de tener empatía por la vida de otro ser. Los callejeritos son producto de una sociedad totalmente irresponsable.”
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