Vendedores de adornos para fiestas patrias ofrecen sus productos como anualmente lo hacen en el Centro Histórico del municipio de Pachuca, en Hidalgo. Sin embargo, notan una preocupante disminución en sus ventas a tan solo un par de días antes de la celebración de la Independencia de México.
Son las escuelas quienes, indirectamente, contribuyen a su permanencia. Esto, debido a que regularmente los maestros piden a sus alumnos llevar arreglos alusivos al mes patrio para los salones y pasillos.
Ante esta situación, las madres y padres son los encargados de conseguir los adornos para las fiestas patrias en puestos ambulantes y establecidos que año con año hacen presencia en las calles de Pachuca.
De igual modo, esta tradición se mantiene gracias a las familias que aún acostumbran colocar adornos, según dijeron varios vendedores semifijos en entrevista.
Oscar es un comerciante que lleva más de diez años comercializando estas decoraciones. Por el pulso de las ventas, tiene conocimiento suficiente para asegurar que ya no hay tantos hogares adornados con colores u otros símbolos patrios.
Nuestras ventas si bajaron un poco en comparación con años anteriores.”
No solo se refiere a la de los adornos de plástico y papel. También habla sobre la venta de trajes típicos, principalmente usados en las escuelas, ya que también los ofrece en su pequeño puesto, uno de tantos en el Centro Histórico de Pachuca.
La caída en la demanda sugiere una amenaza a una tradición que ha sido parte de la cultura mexicana durante décadas. Disminuye debido a que las nuevas generaciones no están dispuestas a continuar con ella.
José, un estudiante de 21 años, no le encuentra sentido a colocar campanas, papel picado e imágenes de charros, adelitas o de los llamados “Héroes de la Independencia”. Coincide en que estas tradiciones van desapareciendo en generaciones como la suya.
Creo que es importante mantener las tradiciones, pero honestamente, no veo mucha razón para decorar en casa.”
El esfuerzo por mantener una tradición
Alejandra llega a la esquina del Mercado Barreteros en el Centro de Pachuca, una de las zonas donde más abundan los comerciantes. Cerca de un puesto de periódicos, compra en un negocio semifijo papel picado y un medallón de plástico dorado con el escudo del Águila. Asegura que no es para alguno de sus hijos, sino simplemente porque le gusta decorar su casa en este mes.
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Tener banderas u otro adorno es toda una tradición que no está dispuesta a perder. Sobre todo, considerando que hay personas de generaciones más nuevas que no muestran el mismo interés.
Para mí, tener banderas y adornos en casa es una forma de mantener vivas nuestras tradiciones. Aunque los jóvenes no estén tan interesados, creo que es vital para nosotros, los padres, mostrar a nuestros hijos el valor de estas costumbres.”
Oscar, el vendedor, asegura que las escuelas son el otro factor que juega un papel crucial para evitar que esta tradición se extinga por completo. Las instituciones educativas solicitan adornos para decorar las aulas, lo que compensa en parte la caída en la demanda general.
A pesar de la disminución en el interés general, la tradición de los adornos para las fiestas patrias parece resistirse a desaparecer. Al menos, mientras no ocurra un gran relevo generacional que mande esta tradición al olvido.
El desafío será adaptar esta costumbre para que continúe relevante en las futuras generaciones, asegurando su continuidad en el tiempo. En este sentido, Oscar intenta que esta costumbre subsista:
Siempre tratamos de traer cosas variadas para vender, pero uno ya no sabe que si va a pegar o si se va a quedar sin vender.”
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